Alimenta las buenas prácticas

El acto de alimentarse de una manera correcta es más complejo de lo que parece. En dicha acción se contempla que el alimento debe ser elegido de una manera consciente y razonada, además de que lleva una preparación previa antes de ser ingerido.

En el tema de hoy vamos a abordar el último paso del acto alimentario, la ingesta, pero desde un punto de vista que posiblemente no te habías planteado antes en profundidad.

El buen método de comer

Es tan importante lo que se come y como se prepara, como la manera en que se hace.

Masticar bien el alimento, comer sin prisas y a un ritmo sosegado, sentarse en la mesa tranquilo, disponer de toda la cubertería necesaria, comer con una jarra/botella de agua en la mesa… parece sencillo de cumplir, pero en la gran mayoría de los hogares no es así.

La importancia reside en lo que previene

Adquirir y mantener unos buenos patrones alimentarios mantienen el bienestar del individuo a la vez que lo alejan de molestias relacionadas con factores psicológicos como la ansiedad, la cual a su vez puede desencadenar un trastorno de la alimentación como la obesidad o el síndrome metabólico.

No están exentos los síntomas de malestar relacionados con aspectos físicos derivados de una mala digestión, reflujo gastroesofágico, gastritis, estreñimiento, acumulación de gases…

Además, una mala practica alimentaria puede empeorar la situación patológica de aquellas personas que padecen alguna enfermedad del tubo digestivo, tales como hernia de hiato, úlcera gástrica, enfermedad de Crohn…

Algunos factores que tenemos que tener en cuenta

Empecemos por lo básico.

Comer en un lugar tranquilo, con la preparación previa de los utensilios necesarios, buena cantidad de agua en la mesa, teléfonos móviles alejados de la mesa.

Comer es un acto social, aprovecha para tener una conversación distendida con las personas con las que comes, si eres una persona a la que le cuesta comer despacio, la tertulia ayuda a manejar mejor el ritmo de la ingesta.

Ten siempre en mente una buena masticación de los alimentos, con la boca cerrada, trituramos los alimentos para conseguir el bolo alimenticio ideal, la saliva contiene enzimas, por lo que son el primer paso químico de la digestión, sumado a que el esfuerzo mecánico de los dientes ayuda a que sea más sencillo para nuestros órganos digestivos obtener los nutrientes y asimilarlos. Aumentan las zonas de contacto enzimático catalizando el paso de cadenas de nutrientes a monómeros, propiciando la mejor asimilación.

Beber agua de manera regular genera un medio acuoso, ideal para favorecer el desplazamiento del bolo alimenticio que lleva los nutrientes, porque lo reblandece y lo arrastra. Cabe destacar que nuestras células necesitan agua para poder realizar sus funciones biológicas, ya sean secretoras, musculares, transportadoras o absortivas, por citar algunas.

Mantener la calma, evitar el nerviosismo, antes, durante y después de una toma, favorece que ningún proceso digestivo se vea alterado. El sistema digestivo está mediado, en gran parte, por el sistema nervioso involuntario, lo único en lo que podemos intervenir es en crear un estado que mejore o empeore que se efectúe.

En resumen, tenemos que hacer el esfuerzo de seguir una metodología correcta de la ingesta. Tiene que ser algo razonado, conseguir ser conscientes de que se ha de comer con buenos hábitos y predisposición a cumplirlos. Con ello prevenimos trastornos de la alimentación y la aparición de síntomas que empeoran nuestra sensación de bienestar o intensifican la sintomatología de una situación patológica adversa.

PÓDCAST: Aragón Radio

PROGRAMA: “Escúchate” del martes 17 de septiembre de 2019

NUTRICIÓN: Aprendiendo a comer con calma.

LUIS GARCÍA RIOJA

 

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